En Europa, el consumo de ropa y calzado es muy significativo. De la ropa que se desecha, el 87% se incinera o se deposita en vertederos y otra parte se exporta. Esto tiene un gran impacto ambiental, y en 2017, cada persona fue responsable de generar 654 kg de CO2 debido al consumo de ropa y calzado.

Un concepto que busca cambiar la forma en que la industria de la moda opera es la moda regenerativa, que se basa en la agricultura regenerativa, una forma de producir centrada en la regeneración del suelo, la biodiversidad y la salud del ecosistema, usando técnicas como la rotación de cultivos, la reducción del uso de productos químicos sintéticos, la integración de cultivos y animales, y la siembra directa, todo ello apoyado en conocimientos ancestrales.

La agricultura regenerativa también cuida el bienestar de los agricultores y las comunidades locales, y busca construir sistemas agrícolas justos y equitativos que promuevan la sostenibilidad económica y social,  es decir, la salud del medio ambiente y de las personas, y que va más allá de la agricultura sostenible. Mientras que la sostenible se enfoca en mantener los ecosistemas productivos, la regenerativa busca mejorar y regenerar los ecosistemas.

Obtener fibras textiles mediante la agricultura regenerativa es un reto fundamental para la industria de la moda, ya que la industria textil es responsable del 10% de las emisiones globales de CO2, la segunda industria más contaminante detrás del petróleo.